La relación entre liderazgo y cultura organizacional.
Las empresas son el motor de cualquier economía, generan empleos, generan riqueza, desarrollan innovaciones y en términos generales satisfacen necesidades de sus clientes actuales o potenciales. Sin este ingrediente, simplemente se desvanecen hasta desaparecer, a menos que internamente exista al menos UNA persona que este dispuesta a “pagar el precio” de revertir la tendencia autodestructiva.
Y digo autodestructiva ya que –contrario a lo que algunos piensan- las empresas no desaparecen por los cambios macro-económicos, crisis financieras, falta de créditos o competidores agresivos, simple y sencillamente llegan a desaparecer porque no fueron capaces de adaptarse a las nuevas necesidades de sus mercados meta.
Y la verdad sea dicha, poco avanzaremos si seguimos hablando de manera impersonal sobre la empresa, la empresa en sí misma NO es capaz de tomar decisiones, la toma de decisiones –de nuevo- parte de al menos UNA persona, el dueño, el director o en términos generales del LIDER.
No voy a escribir un tratado sobre liderazgo, baste recordar que un líder tiene seguidores, y si los tiene es porque ellos ven una ganancia personal en seguirlo, como puede ser el mismo logro de sus metas personales al mismo tiempo que contribuye de manera entusiasta a lograr las metas de la empresa. Otros autores describen al líder como aquella persona que es capaz de abrir la visión de sus colaboradores para que logren metas que nunca antes se habían imaginado.
En cualquier caso, el líder de una empresa con o sin fines de lucro, adopta por decisión propia la responsabilidad de promover los cambios internos que permitan oportunamente a la empresa a llevar a cabo cambios que le permitan navegar en las turbulentas aguas de nuestro mundo global. Sin dejar de reconocer que es muy extraño que un líder logre tan relevante tarea por si solo, generalmente cuenta con un equipo de colaboradores quienes a su vez TAMBIEN asumen esta responsabilidad y es este equipo guía o equipo líder el que finalmente hace la diferencia entre empresas que crecen de manera rentable, de aquellas que se estancan o peor aun desaparecen inadvertidamente.
Para que este grupo de personas puedan impactar de manera positiva su empresa, es importante que reconozcan, describan y dimensionen las características de la CULTURA que se vive en la empresa. Ya que esta cultura es el punto de apoyo para apalancar los cambios para que sucedan de manera eficiente y efectiva. La realidad es que pocas veces sucede que la cultura de la empresa funcione como punto de apalancamiento, más bien lo que veo con mayor frecuencia es que la cultura tiene enraizados profundamente las creencias, supuestos o paradigmas que IMPIDEN ver la realidad que vive la empresa, los cambios en el entorno y por lo tanto todo aquello que impide ver la NECESIDAD de cambiar. Y cuando algo no es necesario, entonces inevitablemente es opcional, es segunda, tercera o cuarta prioridad, y pronto se olvida, para regresar inevitablemente a la manera familiar, conocida y cómoda de manejar la empresa.
En ocasiones he llegado a pensar que el imán más grande para el cambio es el deseo innato en todo empresario o director general de incrementar sus utilidades. Sin embargo, los “tapa – ojos” que genera la cultura actual, pueden ser tan oscuros y gruesos, que prefieran seguir en la forma de trabajo conocida y evitando tomar nuevos caminos, que por atractivos que puedan parecer, lo que hacen es negarlos, suprimirlos o ridiculizarlos como ilusos, fuera de la realidad o imposibles de lograr.
Y debo aclarar que si bien es vital que el líder identifique el momento oportuno para impulsar un cambio interno, de poco sirve si no cuenta con un equipo de colaboradores que sean capaces de “ver” con la misma claridad que ella o él “ve” el nuevo rumbo para la empresa. De esta forma podemos concluir que mientras no exista ese consenso en este equipo líder, no existirá la masa crítica que todo cambio requiere.
¿Y que tiene que ver todo esto con el pensamiento sistémico?
Algo que no he mencionado, es el hecho de que la cultura imperante en la empresa, es un reflejo del estilo de liderazgo vigente, por ello es tan difícil –casi imposible- que un equipo directivo “vea” la necesidad de cambiar lo que cuidadosamente han creado y cultivado orgullosamente por años. Esto a su vez genera una visión reducida de la empresa, una visión que atesora los detalles de los árboles y pocas veces se dan las condiciones para subirse a un helicóptero y ver el bosque, los ríos, las montañas y todas las interacciones que permiten o impiden el desarrollo sano del mismo bosque.
El pensamiento o enfoque sistémico, busca evitar las soluciones rápidas y muchas veces obvias, por ejemplo si las ventas están bajas, es porque lo vendedores no son los indicados. No digo que los vendedores no tengan mucho o poco que ver en un tema tan importante como las bajas ventas, lo que quiero enfatizar es que no es un problema aislado que implique una solución aislada.
Por el contrario, los problemas no vienen solos, sino en RACIMOS, y no necesariamente llega todo el racimo al mismo tiempo, hay una serie de interacción de eventos en el tiempo, que van tejiendo fuertes cadenas de relaciones causa y efecto, hasta que finalmente ¡salta frente a nosotros! como una impostergable urgencia que debemos atender, y nos es difícil que –de alguna forma- caigamos en la “trampa” y enfoquemos toda nuestra atención en ese “fuego”, solo para descubrir más tarde que los fuegos o las urgencias empiezan a aparecer por todos lados en la empresa. Una cosa es pensar que cambiar a un par de vendedores cambiará la realidad de la empresa para así mejorar las ventas, y otra muy diferente cuando “nadie” parece ser capaz de resolver sus problemas, y todos culpan a “alguien” más de haber provocado sus problemas. ¿Le suena familiar?, ¿será la solución cambiar a todo el nivel gerencial y directivo?, ¿será esa una solución factible?.
Si has vivido o vives una situación similar tal vez sea tiempo de darte un respiro para tomar perspectiva de tu empresa y de todas las cadenas cliente proveedor en las que esta involucrada, explorando al mismo tiempo las cadenas causa-efecto de efectos indeseables que se han ido auto-preservando como nefastos círculos viciosos, mismos que con frecuencia están fuertemente embebidos en la cultura (forma de hacer las cosas y tomar decisiones) de la empresa e incluso en la cultura de toda la industria a la que pertenecemos.
Frase para recordar:
“Mucha gente sueña con tener éxito.
Para mi el éxito, puede lograrse solamente a través de repetidas fallas e introspección”
Sohiro Honda
Fundador de Honda Motors