Articulo publicado en el periódico EL NORTE el 22 Nov de 1993
Autor: Dr. Enrique Canales
Para hacer las cosas, tu puedes andar en tono pre-profesional empírico informal; también puedes andar en tono profesional, esto es, al día en tus conocimientos, haciendo las cosas bien.
Desde luego, también puedes andar en tono de la administración de la tecnología tratando formalmente de darle en la torre al competidor haciendo cada cosa que haces mejor que como él la hace.
La ley de la igualdad establece un hecho terrible
En la lucha por la ventaja tecnológica de saber hacer algo que no sabe hacer todavía tu competidor, si tu sabes hacer las cosas igual que tu competidor, el dinero que ganas cada vez va a ser menos.
La ley de la igualdad establece que si haces las cosas igual o peor que tu competidor, poco a poco te vas a ir achicando el margen de contribución y a tu competidor también.
Si quisiéramos expresar la ley de la igualdad con toda su rudeza, tendríamos que decir que «la igualdad produce pobreza».
Insisto; si yo se hacer las cosas igual que mi competidor, no voy a poder cobrar más que él, ni él va a poder cobrar más que yo, y al ratito el mercado se va a encargar de irnos presionando a no poder subir los precios, y nuestros costos crecientes nos van a erosionar el margen de utilidad.
La igualdad, pues, produce pobreza
Esta ley choca, por que nosotros, al ser cristianos y demócratas, siempre hemos considerado un valor humano el establecer y procurar la igualdad entre la sociedad. Sin embargo, en el mundo competitivo, la sociedad maltrata a los iguales y los obliga a dejar de ganar centavos.
Claro, el negocio todavía puede ganar dinero, por tener otros tipos de ventajas que no son tecnológicas, como por ejemplo ventajas geográficas, ventajas por concesiones, ventajas por volumen y ventajas por vivir en un país organizado para competir.
Pero en cuanto a la ventaja tecnológica, que consiste en saber hacer y hacer algo que el competidor todavía no sabe hacer, si lo que sabemos hacer también lo sabe hacer el competidor, pues no tenemos ventajas y no podemos ganarnos el pan.
La ley de la igualdad que pronostica pobreza para los que saben hacer lo mismo, se vuelve dramática por que atenta contra nuestras queridas concepciones del quehacer empresarial.
Por ejemplo, muchos profesionistas piensan que si son muy buenos, que si se mantienen al día en su profesión, que si hacen las cosas bien, pues les tiene que ir bien a chaleco.
Pues la ley de la igualdad dice, por el contrario, que si tu haces las cosas bien y sigues haciendo las cosas como se deben hacer de acuerdo con el deber ser profesional, no se te garantiza que te va a ir bien.
Si haces las cosas las hace bien a la primera vez, y las sigues haciendo bien, de todas maneras te puede ir muy mal, debido a la ley de la igualdad.
Si un ingeniero mecánico es muy bueno en su profesión, va a hacer las cosas como se establece en la buena práctica de la ingeniería mecánica. ¿A poco tiene garantía de que le va a ir bien? Pues claro que no. ¿Por que?
Pues porque abundan ya los buenos ingenieros mecánicos en el mundo. Cualquier egipcio, filipino, coreano, brasileño, angolés, argelino, es buen ingeniero mecánico.
Y precisamente por ser buenos ingenieros mecánicos caen todos ellos en la ley de la igualdad. Todos ellos aprendieron a hacer las cosas más o menos bien, de acuerdo a los buenos libros de ingeniería mecánica.
La ley de la igualdad nos dice que en un mundo competitivo ya no es suficiente ser un buen profesionista, por que si tan solo como eso, vamos a caer en la ley de la igualdad y cada vez vamos a ganar realmente menos, cada vez menos.
Lo que nos lleva a reflexionar de que para poder ganar alguna plata brillante, necesitamos tener alguna ventaja sobre el competidor y que el cliente vea y aprecie esa ventaja.
Pero no nos referimos a los conocimientos profesionales, ni proveedores, ni equipos modernos, ni computadoras por que fácilmente lo puede obtener el competidor.
Si tu haces algo con la ayuda de un proveedor, ten la seguridad de que al rato tu competidor lo va a saber.
Si tu haces algo con la ayuda de algún equipo moderno que compraste en Milán, ten la seguridad de que al rato tu competidor lo va a saber.
La ley de la igualdad te va a pescar haciendo las cosas igual o peor que tu competidor y te va a cortar tu margen y te vas a morir desangrado por haber vivido igual.
La administración de tecnología trata pues de encontrar la racionalidad de buscar y lograr desarrollar ventajas competitivas a base de saber hacer muchas cosas que tu competidor no sabe hacer.
Pero para ello vas a necesitar conocimientos más filosos, mucho más desiguales, más diferenciados, más desmarcados, más profundos que los que te da tu querida profesión.
En el mundo de la lucha competitiva, a los iguales, aunque sean profesionales, no los protege nadie.